Has venido a decirte a ti misma, que te pierdes, que te vas…
lo sé, no digas nada, déjame que te mire por última vez
para poder contemplar tu halo de luz.
Deja al silencio que sea el protagonista de esta escena,
ésta última escena que recordaré para siempre en mi memoria,
en mi corazón, incluso en el propio olvido…
Llévate lo que quieras, lo que te apetezca,
a mí déjame que me quede con tu mirada,
con este último aliento de vida que te dignas en regalarme…
Cuando lo tengas todo y estés lista para partir,
no te gires para despedirte,
simplemente deja que la escena te permita salir airosa, vencedora, como siempre…
Y si algún día te acuerdas de mí, no intentes pronunciar mi nombre,
tan sólo evapórate de lo que te rodee en ese momento
y dale un beso al aire, un beso de amistad que yo, indiscutiblemente,
recibiré con todo el amor, con toda la pasión que puedas imaginarte…
(Salvador Arnau)
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