Toma su naríz, la mira de frente, de cerca, de lado, le habla. Ella estática, sin un zapato, con la mitad de un corazón que se arruga de a pocos, con los ojos clavados en sus ojos, esperando que ojalá, ojalá esto no sea lo mejor. Ojalá, ojalá sea el zapato izquierdo, ojalá él le siga la corriente, ojalá se le agote la sonrisa.
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