Mi colega.
Por: Charles Bukowski
para ser un chico de 21 años en Nueva Orleans yo no valía mucho
la pena: Tenia una pequeña habitación que olía a
meados y muerte
pero quería estar allí, y habían
dos adorables chicas al final del vestíbulo quienes
no paraban de golpear a mi puerta y gritar. "Levántate !
Hay cosas buenas allá afuera !"
"Largaros," les decía, pero eso solo las
estimulaba mas, me dejaban notas bajo la puerta y
pegaban flores con cinta adhesiva al
pomo de la puerta
Yo estaba metido en vino barato y cerveza verde y
demencia...
Conocí al viejo tío de la habitación de
al lado, de algún modo yo me sentía viejo como
el; sus pies y tobillos estaban hinchados y no podía
atarse los zapatos.
Cada día sobre la una del mediodía salíamos a dar un paseo
juntos y era un paseo muy
lento: Cada paso era doloroso para el.
Cuando nos acercábamos al bordillo, yo le ayudaba a
subir y bajar
agarrándole por el codo
y por la parte de atrás de su
cinturón, lo conseguíamos.
Me gustaba: nunca me cuestiono
sobre que hacia o que dejaba de
hacer.
El debería de haber sido mi padre, y lo que mas me gustaba
era lo que decía una y
otra vez: "Nada vale la
pena."
Era un sabio
aquellas chicas jóvenes deberían
de haberle dejado a el
las notas y las
flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por tiempo limitado...dimelo