martes, 20 de agosto de 2013

Dos

Mayo fue uno de los peores meses que tuve que superar dentro de la primera mitad del año, estaba irreconocible por donde miraras mi cuerpo y mi alma, no quedaban rastros de mi, mi modo de autodestrucción -que por cierto es el automático en mi- estaba al máximo y yo misma me había encargado de hacer de mi un muñeco maltrecho, de esos que queman en año nuevo, quería destruirlo todo, sentía que caìa y ya quería ver el fondo y terminar de gritar que no lo merecía, para que cansada de estar tan lejos de la luz del pozo al menos comenzara a subir por ayuda o por llamar la atención - ¡levántame, levántame!. Quería algo, lo que fuese. Y llegó.
Fue "George". Llegó un Martes de universidad, hablamos lo poco que él quería , quedamos en vernos ese mismo día, robó el auto de su madre, manejo a 140 km/h como era su costumbre, fuimos a su casa, subimos todos los pisos que pudimos hasta llegar a su azotea, era de madrugada, no nos veíamos hace tanto, tanto como ahora, y nos besamos como nunca antes, sin detenernos, sin esperar, sin respirar, sin pensar, sin café, sin luces, sin piso, sin pulso, sin frío, sin miedo o con el, pero con gusto y yo... yo no sentí nada, pero aún así quería intentarlo, aunque el me manipulase y no supiera lo que quería, porque de cierta forma yo tampoco lo sabía.Tuvimos suerte de poder escapar a tiempo de sus abuelos y pude regresar a casa sin ser tachada por una puta-de-medianoche. Yo quería verle, creo que aún me quedaban rastros de mi cariño obsesivo por su indiferencia, patológico , enfermizo; aún le quedaba resentimiento, orgullo y venganza por estrenar.

Desapareció por los días siguientes aunque mencionó que me quería un par de veces, ya no me quería, yo lo sabía, creo que lo único que había en él cuando me veìa eran 'ganas' , ganas de cualquier cosa, menos de quererme. Y al fin, el fondo, al fin, autocontrol, al fin autoestima, al tercer día de excusas para no vernos decidí que la carta que había dejado entre su ropa disculpándome por lo que sea que hubiese generado sus ansias de verme jodida, era suficiente, que debía parar, que debía mandarlo a la mierda para que el universo se colara por mi ventana.

Lo decidí, tenía miedo de mi, de mis reacciones, de no resistir , de comenzar a caer nuevamente, pero estaba decidida y eso era un paso que prácticamente había descartado de mi en los últimos meses. Incluso lo había decidido en mi universidad mientras él estaba en el médico, según dijo -seguro que no- , y caminaba ahora pensando tan diferente, tan YO nuevamente en esos pasillos que me habían observado desvanecerme de a pocos, tan rápido. Caminaba sabiéndome tan reconocible que me enamoraba del fin.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por tiempo limitado...dimelo